Prólogo
Acompañada entonces y ahora por los versos de T. S. Eliot, de Anna Ajmátova, de Constantinos Cavafis (no descuidemos la filiación hispánica: Guillermo Carnero, Pere Gimferrer, Jaime Gil de Biedma), su voz se ejercita en no perderse a sí misma en esa explosión de circunstancias.
Así lo leemos en este libro: “Escribo sólo para retenerme”. Y constatamos que lo hace con una técnica retenida, si entendemos por ello el espacio entre recatada y contenida.
Recatada porque no acude a las metáforas desaforadas, a los adjetivos estridentes.Contenida porque no se diluye en frases largas, como quien discurre, sino que se abrevia en asomos, como quien piensa:
El símbolo permanece tras el sueño
La palabra no aprehenderá la imagen
Pero acaso resucite el significado
Juan José de Narváez
Poemas
V
Te refugias en el resquicio del día
Y te da miedo moverte
Pues hay que estar inmóvil
Para escuchar el aire el sonido del tiempo
Para escuchar los ladridos de los perros
El abrir y cerrar de puertas
Y muy cerca de tu oído la sordomuda muerte
Combates con la locura
Y piensas que es posible aún
Cierta aspiración al equilibrio
Al borde de las piscinas
En los veranos y en el invierno
Miras los rayos de sol sobre la piedra
La línea de sombra
Y esa arruga en la comisura de los labios
Y esa arruga peor en lo más hondo de tu pecho
Mientras tus manos templan
La dura cuerda del equilibrista
(de Esa vaga fractura)
Un hilo de música
Besar con los ojos muy cerrados
Como si no existieran la distancia ni el otro
Sólo hay uno sin espacio y sin tiempo
Dan ganas de olvidarse de sí mismo
Perderse para siempre en un abrazo
Sin recobrar la conciencia
Quisiera imaginar aunque sólo sea un instante
Que sientes ahora un hilo de música
De sombra que atraviesa tu cuerpo
Y congela tu corazón en ese momento
Cercano al miedo de estar solo
Y al miedo peor de estar con otro
(de Un duro rival)
Los dibujos del aire
Aprender serenamente los dibujos del aire
Las imágenes rescatadas del sueño
Los dictados secretos de la música
El vuelo del pájaro
Fluir con el agua
Y en las hojas simples de la higuera
Y en el agua adivinar los círculos del sol
Coronada de silencios la tarde
Desciende y se oculta
Pájaro que vuelves para proyectar tu divinidad
Despiértame a la mañana
Entrégame el mensaje de ese mundo vedado
Descíframe en tu plumaje los colores de esta vida
Para aprender de tu sagrado linaje
La unión con el cielo y todos los tiempos
Para aprender con tu canto otro lenguaje
Y con tu vuelo la esencia que aguarda callada en mi ser
(de Un duro rival)
III
Ahora ni siquiera te acompañan el tormento o la pena
Niño que huyes para abrir las heridas de lo que no fuimos
De lo que nunca seremos
Esa vaga fractura de existir
¿Quién eres tú transeúnte de todas las orillas?
Incapaz de asumir el desarraigo
Ajeno a lo que más deseas
Perseguido por el tiempo
Hay un caracol sobre el vidrio de tu ventana
Cómplice de tus visiones
Cae la noche húmeda
Como piedra en tu boca
Cierra los ojos y siente cómo la voz no te alcanza
(de Esa vaga fractura)