Beneyto desdoblándose: un poema cinematográfico

El objetivo se aproxima a Beneyto, el hombre enmascarado, el artista sin máscaras. No es la primera vez, de hecho, que posa para las cámaras. Hace casi treinta años, en un programa de televisión de Robert Saladrigas, aparecía con una chistera, se la sacaba de la cabeza con elegancia y se sentaba encima. ¿Acto de humor absurdo o rebeldía simbólica?

En su primera aparición en el cine, Beneyto pasea con un abrigo azul eléctrico, el rostro pintado de blanco, los labios rojos, por las calles del Gótico.  Barcelona es su ciudad de adopción: la calle Rull, donde se ubica su estudio actualmente o la calle Còdols donde estuvo tiempo atrás, la Plaza de la Mercè, la playa de la Barceloneta, el bosque de Collserola, el jardín de la casa de Jacinto Verdaguer, conforman el decorado exterior por el que deambula el personaje. Como el poeta bohemio de El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela, busca a una mujer que sepa volar –la musa inspiradora- encarnada por la bella Airún. Un hombre. Una mujer. Una habitación. El póster colgado en el Café de la Ópera representa más que un guiño a su novela Tiempo de Quimera.

Silvia Rins

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